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2 feb 2009

MINICUENTOS-3

LA ODISEA

Tras la astuta jugarreta caballar de los aqueos, ardió Troya.
El rey Odiseo junto a su tropa ordena poner proa a Itaca.
Sólo teme que a Penélope se le acabe la bola de hilo.
Telémaco es el encargado de abastecerla para que no se la levanten.
Mientras, Juan Manuel Serrat se encarga de hacerla musicalmente famosa.
Por el contrario, las bellas sirenas (mitad mujer-mitad pescado) cantan pésimamente.
Discrepo de Homero: Odisea no les tapó los oídos a sus hombres célibes, sino los ojos.
Aunque tampoco hacía mucha falta, porque ellas estaban metidas en el agua hasta el ombligo y ojos que no ven, corazón que no siente.
Peor fue cuando los expedicionarios cayeron en las garras del gigante Polifemo, no tan peligroso por su tamaño, como por su apetito.
Sobretodo, sabiendo que su plato favorito era griego a la parrilla, vuelta y vuelta.
Es falso también que le clavaran una estaca en su único ojo.
Polifemo era débil visual y sólo tuvieron que esconderle el monóculo.
Hecho esto, resultó fácil salir de la cueva invocando a la diosa Atenea.
La leyenda es sólo una puja entre ella a favor del héroe y Poseidón, que siempre se la ponía difícil.
En definitiva es el gran Zeus, quien terminará decidiendo si la odisea es una tragedia o una comedia.
Prefiero dejarlo abierto.
Póngale usted el final.


EL AVARO

Valerio se ha metido con Elisa. Para estar cerca de ella se mete de mayordomo en casa de Harpagón.
Harpagón, el avaro del cuento, es padre de Elisa y Cleanto.
Cleanto se derrite por Mariana y ésta por él; pero a su madre no le cae bien el joven Cleanto.
Cleanto busca el apoyo del mayordomo de la casa, a lo que se niega Valerio.
Valerio desea caerle simpático a Harpagón porque sabe que este quiere empatar a Elisa con Anselmo.
Anselmo, de incógnito en la ciudad es un viejo más rico que verde.
Verde se puso Cleanto al enterarse del rechazo de Valerio. Acude entonces a su fiel criado Flecha.
Flecha sale disparado para cumplir el encargo de Cleanto.
Cleanto ha decidido independizarse de la tutela paterna y le solicita al criado buscar un prestamista.
Prestamista son los que sobran en tiempos de Moliére; el criado se entera de un usurero llamado Maese Simón.
Maese Simón, --desconocido por todos,-- acepta el trato sin saber que trata con el hijo de Harpagón.
Harpagón descubre un robo en su hogar y convoca a una cena familiar para descubrir al ladrón.
Ladrones son todos los mayordomos en las novelas de la época, El sospechoso es pues, Valerio.
Valerio es interrogado en presencia de los invitados, excepto Maese Simón.
Maese Simón no está porque es el propio Harpagón, que negocia en secreto con el criado Flecha.
Flecha confiesa que hizo el convenio a través de terceros, desconociendo que era el padre de Cleanto.
Cleanto se entera allí que Mariana y Valerio son hijos de Anselmo, el pretendiente de Elisa.
Elisa prefiere al hijo que al padre. La cena está a punto de fracasar por los enredos de Harpagón.
Harpagón está a punto de enloquecer y reclama la presencia de la justicia para esclarecerlo todo.
Todo en el lenguaje del avaro es la aparición del dinero perdido. Y todas las miradas se dirigen de nuevo a Valerio.
Valerio no es el culpable, --yo lo hice en ayuda de mi desconsolado amo--. Exclama Flecha el sirviente.
Sirvientes entran al comedor con la cena consistente en suculentos platos de perdices.
Todos fueron felices y comieron perdices.

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