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19 abr 2010

VITRINAS INOLVIDABLES.

El pasado año la Bienal Internacional de Humorismo Gráfico de San Antonio de los Baños se vistió de gala para celebrar sus treinta años de vida.
Quince veces había abierto sus puertas a la exposición de cientos de artistas, con miles de dibujos, y decenas de personalidades invitadas del mundo entero. Todo ello da fe del éxito obtenido por la idea de crear el primer Museo del Humor del continente y su evento retroalimentador, la Bienal.
Incluso, en aquel debut de 1979 quedó inaugurado un conjunto escultórico donde dos de los más ilustres hijos del Ariguanabo: el Bobo de Abela, y el Loquito de Nuez, les dan la bienvenida a la entrada de la Villa del Humor.
Otra obra escultórica, pero de pequeño formato, fue el trofeo del “Quijote Desnudo”, --Premio del semanario PALANTE-- otorgado hasta 1985, y que no ha podido repetirse desde el fallecimiento de su autor. En la foto, la estatuilla realizada en bronce correspondiente a la Bienal de 1981.
Todos los años pares, como este 2010 que transita, y para no perder la forma deportiva, el Museo del Humor, organiza también el festival humorístico la “Humoranga”, pero sólo con artistas del patio.
Debo aclarar que este encuentro, se efectuó entre el 12 y el 17 de abril, con dos exposiciones restrospectivas de homenaje aparte del concurso: Una dedicada a Antonio Mariño (Ñico) por sus 75 años de vida y la otra a menda, con un pesado fardo de 80 abriles a mis espaldas--. De mi he escrito bastante. De Ñico, les prometo próximas noticias.
Aunque todas las bienales internacionales han sido memorables, quisiera detenerme en uno de los sucesos más asombrosos celebrados en la Villa Roja. Fue en la III Bienal de 1983 gracias al talento y la imaginación de uno de nosotros, --curiosamente, el más viejo de nosotros--, Alberto Enrique Rodríguez Espinosa (Alben), nacido el 21 de noviembre de 1924.
Caibarienense de nacimiento y ciudadano del mundo por necesidad, pues se vio obligado al destierro voluntario de la pobreza. Peregrinó por buena parte de Nuestra América en busca de fortuna sin lograrlo, pero por fortuna conoció a Jamaica, Chile, Colombia y Venezuela. Lo que le sirvió de experiencia.
Con los nuevos aires de libertad regresó al terruño para siempre, sentó cátedra como caricaturista del semanario PALANTE a escasos tres meses de su fundación, y comenzó a evolucionar junto con la publicación.
Un buen ejemplo es esta caricatura de Wifredo Lam premiada en el VIII Salón Nacional de Humorismo de la UPEC.
Del Alberto Enrique Rodríguez Espinosa, que regresó a Cuba ya con bigote, al escueto Alben posterior van muchas horas de vuelo; otro tanto ocurrió con el precoz niño que hacía caricaturas de barro en su natal y fangoso pueblo de pescadores, y el humorista creador de Holmos, nombre con el que actualmente lo reconocen sus lectores.
Y es que pocos recuerdan cómo la historieta-parodia realizada por la yunta Alben-Cardi, inspirada en el famoso detective inglés debutó el 1º. De junio de 1972, tan misteriosamente como el original británico, pues ni siquiera título tenía esa página; a lo sumo cierto enigmático enunciado: “El caso demasiado corriente de la gente bastante tonta”. En la siguiente entrega de PALANTE, ”Sherlock Holmes” renunciaba al anonimato, con la particularidad de que a partir del nuevo formato, finalizaba con una moraleja.Esa unión duró lo que un suspiro, y tras el divorcio autoral, la continuó en concubinato con Évora Tamayo, y en el cambalache perdió la S inicial. Al transcurrir cierto tiempo, también varió el apellido. Ahora sus iniciales serían HH, pues la historieta se presentaba como “Herlock Holmos”, pero siguió encogiéndose,--la página no su autor—. El periodo especial también intervino, y de frecuencia semanal pasó a mensual, con el agravante de que tampoco logró otra pareja. Alben, en solitario mantiene aún vivo al simple “Holmos”, pero ni siquiera a página completa, sino en forma de tira.

Pienso, deduzco, y sostengo, que personaje alguno haya sufrido tantas transformaciones en tan breve lapso de tiempo y espacio, como este enigmático detective de papel.
Si no me equivoco uno de sus últimos personajes de PALANTE fue el repelente Don Fó, tal vez fumigado por la Campaña de Higienización programada por Salud Pública. Alben era además, el alma de los murales colectivos confeccionados a partir de aquellos Festivales del Humor que se originaban en Varadero o en cada una de las provincias sedes de los 26 de julio hace unos treinta años.
A estas alturas pudiéramos pensar que fueron ”Lo que el viento se llevó”, pero tal vez queden en pie los que se realizaron bajo techo, como la obra que solicitó el fraterno Ramón (Mongo) Castro para el comedor del Valle de Picadura, o la de la cervecería “Tínima” en Camagüey. Por lo pronto, se conserva el pintado en el vestíbulo del semanario PALANTE, del cual queda esta constancia gráfica reciente.
Pero volvamos a San Antonio de los Baños, gracias a la edición de PALANTE del 22 de abril de 1983, pues nos estábamos perdiendo el espectáculo irrepetible de ver cómo Alben sacó el humorismo de las paredes del Museo y lo paseó por las principales calles del poblado. No quedó una sola tienda virgen en el centro comercial de San Antonio, ni un solo habitante que no quedara boquiabierto ante el enorme lápiz que atravesaba la vidriera de “Los Barateros”, bajo la mirada incrédula del Loquito preso en el interior del escaparate.

¿Y qué me dicen de aquella Criollita de cartón-tabla a escala natural escapada del lápiz de Wilson, que lo recibía risueña invitándolo a entrar en las oficinas del Correo local?
Personajes infantiles encerrados en la vitrina de
“La Isla de Cuba” hacían las delicias de padres e hijos gracias a los muñecones de Alben, con el apoyo de los diseñadores del Taller de Decoración local.
“La Casa de los Novios” fue objeto de chistes picantes que debían ser “fisgoneados” desde el ojo de una cerradura disimulada en el cristal de la tienda, y la peletería “Guamá” ofrecía una gran variedad de zapatos para piratas con patas de palo.
Otro truco era ver cómo decenas de globos chocaban entre sí en un loco arrebato por escapar del encierro en un escaparate comercial de un metro cuadrado; o un solitario bombillo enterrado en la arena que se encendía y apagaba a discreción, ante la dudosa mirada de los transeúntes que trataban de encontrar la conexión…
¿Trucos?... ¡Si!… Decenas de ellos, pero tan bien hechos que pueden considerarse inolvidables e irrepetibles. Como constancia de que no se trata de una artimaña mía, hemos presentados a nuestros vecinos algunas fotos—algunas tan deterioradas como Alben y el que les cuenta-- tomadas in situ en esos felices días de 1983.
Testigos de ello fueron los invitados a aquella Bienal, y los afortunados habitantes que ya tienen que contar a sus nietos cuando de fantasía se trate.
¡GRACIAS ALBEN!

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