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19 dic 2010

ÉVORA Y PEPE TAMAYO.

En esta edición de diciembre de 2010, traigo a ustedes la última foto que nos tomamos de conjunto todo el personal del semanario “Palante” en el vestíbulo del mismo con motivo precisamente del Nuevo Año, y que apareció en la página 16 y final, de su último número en 1984.

Llevaba tres lustros al frente de la publicación y deseaba abrir nuevos horizontes en mi vida profesional. Fue por tanto, la instantánea de despedida que nos hicimos en grupo, pues tres meses después cesé en mis funciones allí, para acometer nuevas aventuras en la Editorial Pablo de la Torriente, hasta la jubilación definitiva que solicité en 1991.

Lo curioso de la foto, es que en ella hay un desconocido personaje que pasé por alto entonces, y al cabo de tres lustros me ha sido identificado. Se trata de Pepe Tamayo.

¿Y quién era Pepe Tamayo? Pues ese señor de cabellos blancos que descansa en el regazo de su dueña y señora, la periodista Évora Tamayo Maíllo, situada a mi lado en el piso. (Pueden localizado dentro de un círculo amarillo).

De ella hay mucho que hablar por su larga y fructífera trayectoria en el humorismo cubano, a bordo de aquella motoneta incansable en busca de la información amena, verídica, e ilustrativa sobre la caricatura y la historieta criollas.

Muchos de los datos históricos que he logrado recopilar hasta ahora para mis queridos vecinos en este blog, se deben precisamente a su acuciosa investigación en el campo del humorismo, el cómic y la gráfica en general. Libros como “100 AÑOS DE HUMORISMO POLÍTICO” de 1971 a dos manos con Juan Blas y colaboración de Oscar Hurtado, y su ampliación con “MÁS DE 100 AÑOS DE HUMORISMO POLÍTICO por los mismos autores en dos tomos de 1984, serían suficientes para que cualquier autor o autora se sintieran satisfechos.

Pero no; cinco años más tarde apareció “CON PERMISO DE…” donde ella en solitario y sin pedirle permiso a nadie recopiló bajo ese mismo título, todas las entrevistas que hiciera para el semanario “PALANTE” a más de 52 autores extranjeros, --especialistas en el género—de 24 países que nos visitaron más o menos hasta 1989, fecha de la publicación.

De él –el perrito-- nada sabía hasta que hace poco una vecina, me habló de Évora y su querida mascota Pepe Tamayo.

A continuación las notas que de su puño y letra escribió:

“Esta historia comienza a fines de 1984, ocasión en que mi perra pudell nombrada Yanka cae en celo. Quería cruzarla con un ejemplar de la misma raza, y fue entonces que Daisy Wilson, (hija del autor de las Criollitas) y novia de mi hijo en aquel tiempo, decide hablar con la periodista del semanario “PALANTEÉvora Tamayo, quien tenía un perro pudell legítimo al que llamaba Pepe, y al igual que yo, quería tener descendencia.

“Fue así que Évora trajo a Pepe y lo dejó en casa con Yanka para el enlace matrimonial esperado. La unión se realizó de inmediato, y para alegría nuestra, a los 60 días, Yanka parió.

“Lamentablemente, sólo logramos uno de los tres cachorros que engendró según los rayos X.

El perrito era bello y lo bautizamos Yorki, en honor a su madre.

Évora convertida ahora en “abuela”, lo quería mucho y durante la lactancia venía con frecuencia a la casa para verlo. Pero de nuevo el destino se interpuso. A los tres meses enfermó, y a pesar de todos los esfuerzos por salvarle la vida, Yorki murió.

“Évora, avisada de inmediato, lo pudo ver antes de ser sepultado, y todos nos sentimos muy tristes por este trágico final…” (Narrado por Nancy Villarreal Pérez, vecina de Vega No. 173, entre Vía Blanca y Serafines, Apto. 1, Cerro, en el último trimestre del 2010)

Para ustedes, mis vecinos del alma: Que una mascota se llame Pepe Tamayo, adoptando el apellido de su dueña es una curiosidad.

Para ella, --mi vecina-- contar esta anécdota también lo fue, porque la información me la brindo recientemente, quince años después del acontecimiento sin saber que iba a ser publicada.

Para Évora, es la sorpresa que le tenía reservada como obsequio de cumpleaños, al cruzar inexorablemente la línea de la tercera edad el próximo 15 de enero. Y aunque se dice que las mujeres siempre se la quitan. En el caso de la dueña de Pepe Tamayo hay que hacer una excepción, pues debe servirle de orgullo su legado, al que muchos nos sentimos deudores, Además ella misma tiene la culpa porque esa fecha del año 1940 aparece en la tapa de uno de sus libros.

¡DONDE QUIERA QUE ESTÉS… FELICIDADES EVORITA!

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