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31 ene 2011

BENDITAS COINCIDENCIAS.

Coincidió la elaboración del resumen de este blog ¡Ay, Vecino! el pasado año con la decisión de que debíamos dar por terminada la sección de curiosidades deportivas que mantuvimos durante todo el 2010 titulada “Cualquier tiempo pasado fue… profesional”.

Concordó este hecho con que en la última muestra se descubriera la identidad del autor fantasma que veníamos incluyendo con las iniciales A. Y.

Resultó ser nuestro entrañable amigo Alberto Yáñez Arbesú, a quien dedicáramos el trabajo titulado “Por amor al arte” en nuestra propuesta anterior.

Simultáneamente del 10 al 20 de febrero próximo se celebrará en la La Habana la Feria Internacional del Libro 2011, y a continuación recorrerá toda la república.

Como si se tratara de su prólogo, a fines de enero en dos Sábados del Libro consecutivos se presentaron las obras de sus hijos Mirta y Albertico. Al primero de ellos, la novela “Sangra por la Herida” de la Editora Unión, pude participar recibiendo la inmensa alegría de ser premiado con su cariñosa dedicatoria que aquí les muestro.

Por el contrario, no pude asistir a la presentación del “Libro primero de las cosas raras” de su hermano Alberto, por coincidir con un impertinente aguacero. Aún así también puedo dar constancia de ello con una copia de la portada:

Pero para no alejarnos de esta curiosa simultaneidad, puedo aclarar que todo esto se corresponde con los noventa años del nacimiento de Alberto Yáñez Arbesú el 3 de febrero de 1921, y el anuncio de los 50 años de la creación del INDER, coincidiendo también con la celebración del centenario del fútbol en Cuba para el 11 de diciembre de este año, nada menos que construyendo en su emblemático estadio de La Polar, el primer terreno de superficie sintética en nuestro país, donado por la FIFA y prevista su inauguración para la fecha. Me imagino cómo se sentiría Yáñez en este momento con tan agradable coincidencia, sabiendo cómo la inclemencia del clima castiga en nuestro país el césped natural.

Como pudieron apreciar, desde pequeña Mirtica era inseparable de aquel que todos conocían como Alberto, pero para ella era simplemente Pipo.

Y en correspondencia con mi intención de darlo a conocer, ella tuvo la gentileza de proporcionarnos estas semblanzas que ofrecemos a continuación íntegramente. Me limitaré sólo a comentar algunas de las fotos que del archivo familiar me proporcionó su propia autora.

Algunos

recuerdos de Pipo

Mirta Yáñez

Unos días antes de que se fundara Palante, Alberto Yáñez, más conocido por mí como Pipo, me llevó a conocer al equipo de humoristas, entre quienes recuerdo a Blanquito, a Evora Tamayo (¡cómo no!), al director Bracho, al Loquito Nuez, a Arístides… Yo tenía unos trece años y en ese entonces quería ser caricaturista… y pretendía formar parte del “staff”. La tarea que me dieron fue “crear un archivo” y para ello me asignaron un cubículo, un montón de revistas, unas carpetas y una tijera. Debía recortar letras de distintos tamaños y colores, objetos, rostros, caras de políticos y de personajes famosos, y todo lo que se me ocurriera, luego clasificarlos en carpetas según mi leal saber y entender. Y así lo hice, de manera que me cabe la gloria olvidada (¡por fortuna!) de haber instituido el primer archivo de recortes para uso de los humoristas de Palante.

Por supuesto que además yo husmeaba por todo el local y sobre todo donde radicaban las mesas de dibujo. Allí participé de esa extraña emoción que es conformar la primera página de un periódico. En aquel entonces la libertad para el chiste era casi total.

La vida me llevó por otros caminos, pero Pipo se quedó estacionario en Palante donde no solo colaboraba con la página deportiva, sino también confeccionó pacientemente y sin cobrar retribución monetaria alguna, la página de entretenimientos, donde semana tras semana colocaba adivinanzas, crucigramas y otras quisicosas, además de responder a los lectores y darles solución. Simultaneaba sus labores en Palante con su trabajo de empleado bancario primero, en el INDER donde fue fundador (él también) del archivo, finalmente en el ICRT de dónde le hicieron jubilarse cuando ya fue considerado demasiado viejo.

Todos esos empeños siempre los hizo con una sonrisa. Porque fue, ante todo, un hombre bueno. Solo lo vi rabiar en una ocasión cuando se le traspapelaba una y otra vez, sin llegar a buen puerto editorial, lo que consideraba la obra de su vida: una historia sobre los mundiales de futbol.

Por cierto, mis padres se conocieron gracias al futbol. Alberto era un buen mozo futbolista y Nena era bella, bellísima, apasionada fanática de ese deporte. Eran adolescentes y pronto se hicieron novios. En ese entonces, Pipo todavía no era Pipo, y mucho menos Yáñez. Lo llamaban “Cachumba” porque siempre estaba dándole ánimo a su equipo (no recuerdo ahora si le pegaba al balón a cuenta de los asturianos o los gallegos, porque mi abuelo era gallego, pero mi abuela era asturiana) con un “bombochie” que rezaba: “¡cachín cachán cachumba… al equipo tal le zumba!” Después, Alberto empezó a trabajar en el City Bank. Siempre entusiasta, animaba las fiestas de los hijos de los empleados, los “citybankeritos”, asentó los proyectos para el nuevo club bancario en Santa María del Mar, ascendía desde ser un mero mensajero y cajero hasta el puesto más alto, de Oficial Inspector, sin perder su buen humor y colaborando al mismo tiempo con publicaciones como El Mundo.

En esa época comenzaron a llamarle Tobita, lo cual resultaba un misterio lingüístico para mi, hasta que Mima, Nena, ya esposa y madre, me explicó que por el apellido Yáñez hacían primero alusión a los “yáñez pinzón”, y de ahí derivó al nombre del Almirante Cristóbal, y del diminutivo afectuoso de Cristobita, se llegó por fin al “Tobita”. Mi mamá, por su parte, le decía Bertico cuando quería engatusarlo, que no hacía falta porque siempre Alberto fue su rendido enamorado. No puedo olvidar que al regreso del viaje de Mima para ver a su familia en USA y cuando ambos ya se acercaban a los setenta… mi papá llenó la escalera de arriba abajo de flores para el recibimiento de su eterna noviecita. Eso fue lo que nos dieron, Mima y Pipo, a mi hermano y a mí, en nuestra infancia: el espectáculo excepcional del amor verdadero, de la lealtad, del buen humor.

Y empecé contando lo de Palante porque Pipo siempre me llevó consigo a sus andanzas periodísticas, ya sea ir al stadium a apoyar a los rojos de La Habana, a las carreras automovilísticas, a las regatas, y, cómo no, a los partidos de futbol. Le debo, pues, el hecho de que se me inoculara ese bichito de la letra impresa a ese padre excepcional, Alberto, Bertico, Cachumba, Tobita, el Viejo Yáñez, a Pipo.

Nota: y acordándome de aquellos viejos tiempos, hice esta caricatura de mi Pipo.

Complementando la información brindada por su hija, no quisiéramos despedirnos sin incluir una pequeña muestra del talento paterno. Tanto ella y su hermano heredaron esa gracia que ya pugnaba por salir en sus respectivos y coincidentes ADN.

Quien nunca tuvo auto fue capaz de auto biografiarse en un excelente trabajo tirulado “Frente al espejo” publicado en la sección “Con Permiso de..” y reproducido posteriormente en el libro de Évora Tamayo “25 años de Palante” editado en 1986 por la Editora Abril. Allí él expresa lo siguiente:

“Nací y me recibieron con aplausos (impacto brutal de la comadrona sobre mis delicados glúteos), que me alentaron a dar mi primer y único do de pecho”…”Lugar del primer berrido: La Habana. Época: Entre la primera y segunda guerras mundiales, o sea, que nadie peleaba, ni siquiera con la suegra que ya es decir”…”Tuve acné juvenil después de pasar por el sarampión, la varicela, el coquelucho y otras peripecias de las que no había niño que se escapara en mi época”…”Imberbe aún tuve un ataque fulminante de fútbol que por poco me hace cisco las canillas y que, como secuela se me enquistó en el corazón”…”Siempre me gustaron las letras –nunca en la sopa—pero tuve que disgustarme con los números. Estuve rodeado de papeles bancarios y millones de billetes durante ¡20 años”!, pero resistí la tentación”…”Me gusta el chocolate, mientras el hígado no se interponga. Igual me deleita un vals que un twist, un danzón que una rapsodia. La única cuestión es que sea música y no ruido”…”En contraste con la gente, cuando duermo no puedo tomar café ¿Vicios? Sí, los de la cafeína y la nicotina, aunque de esta última acabo de divorciarme”,…” Escribo a máquina con ocho dedos, porque los otros dos, los pulgares, los uso para separar las palabras”…”Mi dictadura que es a la vez responsable de finanzas, de abastecimiento, de trabajo voluntario, y de la producción, me ha dado dos hijos, uno cada diez años: Una estudió la carrera de letras y llegó a la meta; el otro, está estudiando las letras a la carrera”…

He aquí la sagrada familia de que habla el autor. El ramo de flores en el regazo de la dama, a la que él llama “dictadura” estaba dedicado a la dulce y abnegada Nena.

”Estoy convencido de que mens sana in córpore sano es el mejor constituyente para mantener el esqueleto bien envuelto, y por ello no tengo automóvil”…”Sembré un árbol, contribuí a perpetuar la especie, y acabo de escribir un libro. Y si mañana me toca entregar el cuerpo a la tierra sin terminar de usarlo ---cosa que no me gusta nada--- lo haré con una sonrisa en los labios, aunque no pueda ver el año 2021, el de mi centenario”…”Porque fui optimista… porque fui humorista… y no fui egoísta.”

Como han podido apreciar por la separación de párrafos en puntos suspensivos, hemos querido ofrecer solo fragmentos de su trabajo, para degustarlo como ese delicioso postre, que por breve nos deja siempre con las ganas de repetir.

Por último, me gustaría dejar constancia de ese “bichito” que siempre picó a su hija por el humorismo gráfico.

¿Tal vez en los genes de familia se hallara presente esa vocación? Como una coincidencia más es este caso, resulta que el multipremiado caricaturista Rafael Valbona, (RAVAL) era tío suyo por parte de madre. Como constancia los dejamos con ambos apuntes de Alberto Yáñez, --a la izquierda el de Raval y el Mirtica a la derecha.

Además sobre esta asombrosa familia seguiremos hablando. Recuerden que nos falta aún Albertico--el benjamín de los Yáñez--. Y si de benditas coincidencias se trata, podemos reafirmar que… ”De tal palo surgieron tales astillas”.

LA EXCEPCIÓN Y LA REGLA.

De bochornosamente excepcional puede calificase al caso ocurrido el año pasado en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, que costó la vida a veintiséis pacientes por negligencias que van desde el abandono de menores, incapacitados y desvalidos hasta delitos de malversación con los bienes asignados para la atención de los enfermos. La condena de privación de libertad entre 5 y 15 años a los implicados en el hecho, http://www.granma.cubaweb.cu/2011/01/31/nacional/artic09.html a la vez de ejemplarizante debe servir para alertarnos contra tendencias que puedan surgir al calor del individualismo, la corrupción, la desidia, y otros vicios ambientales.

La Sala de lo Penal del Tribunal Provincial del Poder Popular declaró el juicio oral y público concluso para sentencia el 22 de enero de este año.

Podemos considerar de extraordinario este caso habida cuenta del empeño y prestigio adquiridos en el campo de la salud pública, donde Cuba aparece como referencia mundial en muchos aspectos.

Tengo el privilegio de contar con la amistad del Dr. Luis Calzadilla Ferro, quien hasta hace pocos años trabajó en dicho Hospital, y ha testimoniado del trato abnegado a los pacientes y muy en particular el caso de José María Lledín atendido personalmente por él. De su libro ”Yo Soy el Caballero de París”, hemos copiado esta foto y a continuación el destacado psiquiatra, médico de cabecera y biógrafo del Caballero, pone en boca de su paciente estas palabras:“¡Este es el Paraíso Terrenal! Mi quinta de recreo. Fidel, Raúl, Ordaz, minfar. A ellos les agradezco todo esto. Tengo 88 años. Ninguno de ustedes va a durar tanto. Me siento bastante bien. Esto es de lo mejor, de lo mejor que se ve. Tengo un poco de hernia pero no me duele…”

Esos elogios alcanzan la estatura enorme de ese galeno bajito, humano y sencillo que fue el Dr. Bernabé Ordaz, director histórico de la institución, por cuya abnegación el hospital lleva su nombre en la actualidad.

Tuvimos no solo el privilegio de conocerlo en medio de una partida de dominó en el hospital, sino que posó sonriente para la caricatura cuya copia ofrecemos ahora a nuestros vecinos.

Por lo tanto, no es lo mismo condenar tan abominable hecho, que generalizar lo ocurrido en aras de sumar puntos a la campaña de terrorismo mediático contra Cuba. A eso se dedican los que miran los toros desde la barrera y ven la paja en el ojo ajeno sin percatarse de la viga en el espejo.

Lo sucedido el pasado año fue la excepción. Ese mismo hospital antes del 59 era la regla.

Y precisamente la búsqueda del término medio entre uno y otro extremo, nos inspiró a realizar junto al también bisoño fotorreportero Ernesto Calderín y Vázquez el primer reportaje de mi vida, gracias a otro colega amigo nuestro: Anay.

Lo conocimos ya canoso cuando atravesábamos los mejores años de la juventud, en una época en que compartíamos como aficionados los Salones Nacionales de Humorismo con monstruos de la talla de Massaguer, Blanco y David.

Firmaba Anay sus caricaturas personales con un estilo muy propio, pero no gozaba de gran popularidad, pues sus dibujos no eran reproducidos en la prensa. Era un simple aficionado igual que yo. En amenas charlas compartimos inquietudes, no solo artísticas, porque además de profesor de artes plásticas Leonardo Martíinez Anay era una persona erudita.

Corrían los primeros días de enero de 1959. Rotas las cadenas de la tiranía, la explosión revolucionaria repercutía en todos los ámbitos y salían a relucir hazañas increíbles, traiciones humillantes, esperanzas insatisfechas, crímenes ocultos, ambiciones frustradas, sed de justicia, y sed de venganza. Pero sobre todo sueños, muchos sueños, sacrificios y abnegación. De todo en un mismo escenario.

Calderín y el que les habla, recién graduados de la Escuela de Periodismo “Manuel Márquez Sterling” nos afanábamos por encontrar temas sugerentes para darnos a conocer, y Anay nos lo proporcionó en bandeja de plata.

Hasta en eso nos parecíamos, yo era linotipista por nómina y aficionado a la caricatura. Él en su doble personalidad de caricaturista y profesor de pintura. Ejercía ésta última profesión en el Departamento de Artes Plásticas del Hospital Psiquiátrico de Mazorra, dirigido desde 1944 por su fundador, el Dr. Manuel Armas Pacheco, también pintor y poeta. Su prematuro fallecimiento cinco años más tarde llevó al amigo Anay a responsabilizarse con las investigaciones que en la dependencia venían llevándose a cabo.

Lo que nos contaba el colega resultaba interesante y decidimos lanzarnos a la aventura de visitar dicha institución.

Las fotos tomadas por Calderín in situ, que aparecieron en el Magazín Dominical de “El Mundo” ese primero de febrero de 1959, no se correspondían con las tinieblas del averno que venían saliendo a relucir por aquellos días; en ellas los enfermos desnudos y hacinados vegetaban en los patios de la instalación: Eso constituía la norma, que se agudizaba con las evidentes señales de malversación y desvío de recursos de los funcionarios y politiqueros de tuno que oficialmente dirigían el establecimiento.

Para nosotros resultó aleccionadora la visita a la excepción, pues pudimos comprobar que la locura, como toda enfermedad, tiene cura o tiene alivio, cuando se atiende debidamente. En aquel tiempo los pacientes acudían de forma voluntaria a someterse al tratamiento psicoterapéutico que les aplicaba nuestro querido Martínez Anay.

En las fotocopias adjuntas logramos plasmar algunos bocetos donde los ingresados reflejan sus dolencias y padecimientos. A través del dibujo revelan síntomas que ilustran los distintos tipos psico-patológicos.

El simbolismo es común en los enfermos mentales, cientos de trabajos vistos mostraban peces, ojos, aves, y órganos genitales desfigurados.

Pudimos apreciar ilustraciones realizadas por maniaco-depresivos, esquizofrénicos y paranoicos.

En muchas de ellas hechas por oligofrénicos –calificados como débiles mentales— se nota el trazo imperfecto pero con simetría bilateral, es decir, lo que aparece a la izquierda se repite invariablemente a la derecha.

Los epilépticos eran muy asiduos al taller y en todos sus trabajos hay una tendencia al retratismo. La figura humana es en ellos constante y en el rostro siempre existe una asimetría facial, tratando de captar la expresión del instante en que les sobrevienen las convulsiones.

Otros rasgos de la psicosis epiléptica es la perseverancia al utilizar invariablemente los mismos elementos: La bandera cubana, la casita, las flores, etc.

El maniaco tiene gran productividad y dibuja con rapidez, explicando con alguna lógica sus motivaciones, mientras que el esquizofrénico aglutina sus grafismos dando respuestas vagas. Estas y otras muchas experiencias pasaron por nuestras manos ante la explicación acertada del profesor Anay, quien en aquellos momentos defendía a capa y espada ese método clínico-terapéutico para el tratamiento de las enfermedades mentales.

Según él, al ser totalmente voluntaria la participación en el taller, no sólo le aporta información al diagnóstico clínico del enfermo, sino que además resulta un método terapéutico ocupacional de gran eficiencia, pues combate la ansiedad, previene la crisis, y el paciente realiza una actividad gratificante.

Al despedirnos, tanto el fotógrafo como yo salimos convencidos de que ese pequeño departamento era también la excepción de la regla en el dantesco infierno en que se había convertido el Hospital Psiquiátrico de Mazorra durante los últimos años de la dictadura batistiana.

LIBROS CONTRA CICLONES.

La Feria Internacional del Libro 2011 está dedicada a los países del Alba (Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y las Granadinas y Cuba) como invitados de honor.

Me trae a la mente la celebrada hace diez años justo cuando conmemorábamos el centenario de ese periodista y patriota ejemplar que se llamó Pablo de la Torriente Brau, y que dio nombre a nuestra editora de la Unión de Periodistas de Cuba.

En aquella ocasión se me encargó la realización de una serie de dibujos humorísticos para apoyar la campaña ¡Un libro para la batalla!

¿De qué se trataba…? A continuación ofrecemos la fundamentación de dicha propaganda y las ilustraciones que hicimos al efecto.

…Estimado periodista: Diariamente conocemos los esfuerzos que se hacen en el país para aliviar los daños del ciclón, y con cuanto amor miles de compatriotas se dedican a la recuperación sobre todo en aquellas provincias más afectadas. Es asombroso lo que se ha hecho en corto tiempo, tanto en áreas económicas como en instalaciones sociales en la vivienda. Sus consecuencias se sintieron fuertemente en las bibliotecas escolares, municipales, y provinciales, con pérdidas en libros que ascienden a varios cientos de miles de títulos, desde colecciones que abordan el pensamiento integral de la cultura, hasta libros infantiles. Esta convocatoria pretende disminuir esas sensibles pérdidas mediante la donación que puedas hacer de textos valiosos, esos que contribuyen a la consolidación de valores universales y de identidad nacional.”

Sólo hay dicha verdadera en la cultura”. - José Martí

En este año no he podido presentar ningún libro en la Feria por razones ajenas a mi voluntad y que no viene al caso explicar. Si me preguntaran cual ha sido mi obra preferida entre todos los personajes, las historietas, caricaturas, o cuadernos, tendría que confesar que mis mejores aportes no fueron ni individuales ni de papel. Si el otro cincuenta por ciento no lo hubiera aportado mi inolvidable Estela hubiese sido imposible lograrlo, pues se trata de mis (nuestros) tres hijos, Elsie, Paquito y Darío, de los que estoy más que orgulloso.

Así que, en esta ocasión debo estar doblemente satisfecho pues uno de ellos tiene el privilegio de presentar dos títulos en esta edición dedicada al Bicentenario de la Independencia de América.

Uno de ellos se trata precisamente de una recopilación histórica realizada por varios tutores sobre dicha temática bajo el título de "ALBA DE AMÉRICA" Como si fuera poco, el otro libro responde a una fecha representativa de nuestra Revolución y es el cuaderno para colorear "GIRÓN:VICTORIA DEL PUEBLO" sobre el 50º. Aniversario de la primera derrota del imperialismo en América.Pueden ver la cubierta de ambos en la columna de la izquierda.

Para completar el cuadro de mis satisfacciones, precisamente la portada de la revista “Bohemia” de primero de febrero sobre la Feria del Libro, también es de su autoría. ¿Debo estar o no triplemente satisfecho?

CUANDO YO ERA CHIQUITICO Y DEL MAMEY (2)…

LA SUERTE ES LOCA Y A NADIE LE TOCA.

Me he tomado la libertad de cambiar el “slogan” publicitario del juego en Cuba. Pues en lo que a mí y a mis antecesores respecta, nunca nos tocó.

La ansiada esperanza de hacerse rico de un solo golpe giraba siempre en un círculo vicioso que no conducía a ninguna parte. La fe era puesta en las patas de un caballo “pura sangre” o a la pericia de su diminuto jockey dando vueltas alrededor del óvalo en el Hipódromo. Otros con igual ilusión iban a probar su suerte en la pista del Cinódromo, (ambos en Marianao, “Ciudad que Progresa” según otro “slogan” de moda). Y por muchas vueltas que dieran galgos o podencos, no siempre se comprobaba que el potro o el perro eran los mejores amigos del hombre. Sobre todo si el escogido por usted perdía.

No había competencia deportiva que pudiera librarse de esos esféricos fatalismos. En las canchas del frontón Jai-Alai, la fortuna viajaba en forma de quiniela dentro de una pelota de tenis ponchada, que el apostador lanzaba a su contrapartida en las gradas.

Mientras, ocurría algo similar con la bola de beisbol en “La Tropical”: Allí Habanistas y Almendaristas que le ponían interés al juego, escenificaban con frecuencia una pelea de boxeo colectiva, al darse “pechuga” mutuamente.

En el ring de la “Arena Cristal” sucedía lo mismo tanto dentro como fuera del ring, y por la misma pechugona causa.

Se apostaba lo mismo a las patas de un caballo que a las llantas de un automóvil –ambos de carrera--. O a las chapas pares o nones de aquellos que no los eran pero transitaban raudos por las avenidas. Caridad era una viciosa tan fanática que siempre ponía su destino en las manos de las otras dos virtudes teologales. A saber: La fe y la esperanza: Como también en las tres CES de los zares de la bolita de entonces: Colón, Castillo, y Campanario.

Todo lo que rodara servía para alimentar la fe del incauto, como ese juego hogareño de la lotería, --a quilo la punta esquina y a medio el bingo--. Eran pasatiempos al menudeo de noches en familia, huérfanas de radio y televisión.

Ahora en cada cuadra hay un comité, antes en cada esquina existía una bodega, en cada bodega una vidrierita de tabacos y cigarros, y en cada vidriera lo menos que se vendía era nicotina. Lo más curioso era que, en ese diminuto mostrador resultaba imprescindible un teléfono; no para llamar a la Casa de Socorros como consecuencia de algún accidente, o a los bomberos en medio de un incendio, sino al Banco de la Charada, para pasar los números.

Se sabía que, a excepción de la Lotería Nacional, todo juego de azar estaba “prohibido” –el entrecomillado es nuestro—porque en realidad, usted solo ganaba si adivinaba el número de la suerte, pero en ese aguaje se mojaban los políticos, los inspectores, los capitanes de la estación de policía, los vigilantes de a pie, los de la perseguidora y hasta la Cuban Telephone Company de carambola. En fin, todos los guardianes de la Ley vivían en la ilegalidad.

Otra “víctima”, --también opinión nuestra muy particular--, era el apostador ¿peatón, pedáneo o pedestre?, a quien el banco daba una prima por cada incauto que cayera en sus redes. Este andarín Carvajal, debía estar provisto de ágiles piernas para dispararse como una bala si era sorprendido infraganti, pero también a prueba de balas debía ser su estómago, si quería digerir la lista de las apuestas antes de ser atrapado por la policía con las manos en la masa, es decir con la lista encima. En este caso las ilusiones materiales con que el pobre pensaba abonar su futuro, se convertían por obra y gracia de la digestión, también en abono, pero natural y concreto.

Por entonces, la charada estaba tan globalizada como la actual crisis sistémica del capitalismo, pues había la charada china, la india o hindú, la americana, y la matancera, entre otras. Su emblema era un chino en pijamas de cuyas ropas colgaban los “bichos”. A su status ilegal debemos agregar su carácter “cultural” –y siguen los entrecomillados—porque a cada tiro correspondía un verso, y cada bicho representaba un número, con la fantasía de que el verso no rimaba y el bicho podía ser biológico o no. Veamos:

Persona (3-Marinero).

Animal (4-Gato boca).

Cosa (25-Piedra fina).

El juego de azar era representado por un asiático, en cuya cabeza trotaba un caballo, o sea el uno. La mariposa que se le metía por la oreja derecha era el dos, y la cachimba humeante en su mano izquierda, el 36 o número final.

Ahora bien, si imaginativa era esta ilustración gráfica, mucho más era la interpretación que le daban los voceadores de aquellos versos que no tenían ni rima, ni pies, ni cabeza. Veamos la más famosa de todas por boca de su propio dueño asiático:

“Elefante que camina por los tejados y no rompe tejas”.

Si absurdo resulta el verso, mucho más el número que tiraban, pues el 23 (vapor), no es animal, no camina por los tejados, y mucho menos podía romper teja alguna. Este es un solo ejemplo.

Como si todo el relajo fuera poco, había otro banco tan lucrativo como los anteriores, pero más recatado, pues se instalaba en garitos, -- clandestinos, pero públicos como los baños,—donde no pocos clientes salían como el gallo de Morón, “Sin plumas y cacareando”. Este antro apelaba también a la ignorancia, al engaño, y a las falsas expectativas. Recordemos su pegajoso lema: “El banco pierde y se ríe, el punto gana y se va”...

Y yo respondía: ¡Ésa suerte loca, a mi nunca me toca! Como apunta esa “guaracha” más reciente: ¡Pura hipocresía!

El tema no se ha agotado, a la oficialísima Lotería Nacional, la conozco de atrás. Antigua como la vida misma, heredera de nuestros descubridores europeos, y con un “dossier” que no lo brinca un chivo. De ese “chivo” también hablaremos en próximos encuentros.

Por tanto, no podemos negar que el juego de azar en nuestro país, fue precursor de la realidad virtual de estos días, con el agravante de que se jugaba al duro y sin guante. Ingenuos aquellos que levantaban castillos en el aire, pobres diablos que veían la vida color de rosa, se embriagaban de sueños, se llenaban la cabeza de humo, o se les hacía la boca agua para caer noquedos por la dura realidad.

Era por tanto la interconexión de frustradas esperanzas, con ilusiones perdidas, aprovechadas por parásitos sociales, y enriquecimiento ilícito.

La verdadera suerte nos sonrió, en el alba de 1959 cuando… ¡Llegó el Comandante y mandó a parar!

LA ÚLTIMA PULGA Y EL ÚLTIMO CUPLET.

El 17 de febrero de 1894 el Teatro Apolo de Madrid estrenó “La verbena de la paloma”, que desde ese mismo momento marcó un hito en la producción del musical español. Tal vez el éxito de la pieza se deba al estribillo que aún en la actualidad sigue tarareándose, y que dice así: “¿Dónde vas con mantón de manila?” Si se fijan bien, la palabra manila está escrita con M minúscula aunque se refiera a la capital de Filipinas.

La piña no se conocía antes del descubrimiento del Nuevo Mundo. Dicen algunos historiadores que la fruta fue hallada casualmente durante la colonización de Centroamérica por una patrulla de reconocimiento a caballo la cual al atravesar la maleza sufrió unos pinchazos, y abriéndose paso con sus espadas un embriagador aroma los envolvió entonces invitándolos a degustar la vistosa fruta. Fue así como la identificaron en la actual Costa Rica, y conocidos sus efectos la encontraron también en territorios aztecas, mayas y antillanos:

“…Los galeones españoles cargaron en 1580 los primeros ejemplares de este fruto rumbo a las Islas Filipinas, lo cual propició allí la introducción de un nuevo renglón económico favorable al enriquecimiento de la Metrópolis, pues los aborígenes empezaron a venderla en el Medio Oriente, Malasia y la India gracias a la habilidad de los nativos de las islas del Mar Meridional de China en Oceanía, para tejer finos lienzos con las fibras de la Reina de las Frutas…”

La paloma del cuplet no sólo voló más tarde a las Antillas, sino que vino cubierta con el dichoso mantón (Made in Filipinas) en una época en que el teatro era la principal actividad cultural de la capital habanera.

Coliseos como el Irijoa donde se celebró la Asamblea Constituyente de 1901, y diez años más tarde tomara el nombre de nuestro apóstol Martí, el Tacón, y el Payret, entre otros. En uno de ellos, el Molino Rojo, de la calle Galiano, donde después se construyera el Radio-Cine, debutó por entonces una cupletista de cara linda, llamada Consuelo Portela. A falta de otras cualidades artísticas, Consuelo se consolaba con un cuerpo fenomenal el cual cubría con un lujoso mantón de manila, mientras lanzaba al aire, a veces ingenuos y a veces picantes cuplets.

El repertorio de la Chelito –nombre de guerra de la vedette—no era muy extenso, pero generalmente lo terminaba con una graciosa tonadilla, mientras buscaba una pulga que la atormentaba a la hora de dormir, y la hacía saltar de su confortable lecho en deshabillé.

Una noche, acaso por casualidad, o por encargo del empresario hambriento de taquilla, una de las cintas que sujetaban la prenda de dormir se zafó. A partir de ese momento, aquel detalle fortuito o no, quedó adherido al cuplet como un apéndice, y la pulga ganó en protagonismo.

A fines del siglo XX, en ese mismo teatro de la calle Galiano, que hubo de tomar el nombre de Radio-Cine, pudimos apreciar a una de las más famosas artistas del séptimo arte español, la sin par Sarita Montiel, nada menos que en la cinta “El Último Cuplet”, a la salida del cine pasó por mi lado un perro callejero que imitando a la Chelito, trataba de librarse de otra pulga, tan molesta como la que se convirtió en estrella del género bufo a comienzos del SigloXX.

De ahí el título de esta crónica. LA ÚLTIMA PULGA Y EL ÚLTIMO CUPLET.

22 ene 2011

POR AMOR AL ARTE.

Tal vez muchos no se expliquen en la actualidad algunas cosas del capitalismo en nuestro país. Tiempos de “tanto tienes, tanto vales”, con un abismo insalvable entre los poderosos y los miserables.

Pero también existían seres extraños: Los románticos, los soñadores; esos que se consideraban: “Pobres, pero honrados”. Entre esta rara especie de la fauna capitalina a mediados del pasado siglo, ubico mis sueños de primavera.

Sólo así se explica que durante más de quince años dibujara de forma gratuita creyones deportivos en la prensa nacional, por tal de ver mi obra reproducida. A esta rara especie se nos señalaba como individuos que trabajábamos “por amor al arte”.

La crónica de hoy, aborda a uno de esos personajes que el destino puso en mi camino, y que me ganó por amplio margen el sacrificio de dar a conocer su obra a despecho de los intereses económicos. Es decir: “Por amor al arte”.

Su nombre: Alberto Yáñez.

Su edad: unos diez años mayor que yo.

Su afición: Por las letras en general, y el fútbol en particular.

Su carácter: Bromista por excelencia.

Su actitud: Cumplidor en extremo.

Su oficio: Trabajador bancario.

Su huella: Una familia a imitar.

¿Lo recuerdan? Escribimos de él en respuesta a la incógnita de las curiosidades deportivas que publicamos enmascaradas durante todo el pasado año, bajo la firma de (A.Y.)

Nos conocimos en la redacción del periódico “El Mundo” a mediados del pasado siglo, cuando yo era operario de linotipo y colaborador gráfico del diario. Todos los lunes Yáñez iba a entregar la reseña de los partidos de balompié que dominicalmente se celebraban en el estadio de “La Polar”. La sección se titulaba “Rodando el Balón”, pero aparecía calzada con la firma de Ernesto Azúa, titular de dicha página deportiva.

La vocación por el fútbol, donde había hecho sus pininos el joven Alberto --de donde le venía el apodo de “Tobita”, lo impelía a ese sacrifico,”por amor al arte del deporte” compensado ampliamente por la satisfacción de saber que el verdadero autor era él, aunque el mérito se lo adjudicara un aprovechado burócrata.

Su constante deseo de superación y su prodigiosa iniciativa lo impulsó a proponerme que colaborara en el mejoramiento de dicha crónica.

-¿Cómo? Le pregunté.

–Tú me dibujas varios futbolistas en distintas posiciones y yo mando a hacer cuños para reproducirlos con un gomígrafo sobre el papel donde previamente esté representada el área chica donde esté situada la portería. De esta forma puedo reproducir gráficamente el gol decisivo.

Tal vez en los archivos de nuestras hemerotecas quede constancia de esa propuesta, que hoy resultaría increíblemente artesanal con los actuales medios digitales disponibles. Que yo recuerde, nunca antes, ni después algún cronista utilizó método tan gráfico para reflejar la jugada decisiva del partido.

Locuras como esa se le ocurrían a menudo. Por eso cuando en 1961 se creó la revista deportiva “L.P.V.” Yáñez y yo formamos parte del staff fundador. Entre otras cosas creamos una sección fija de humorismo titulada “Garabatos Deportivos”, donde surgió mi primer personaje cómico “Hiperbolo”, --una especie de super atleta, que de tanto exagerar hace ridiculeces--. Él como escritor, y yo ilustrando sus trabajos formamos una química especial, que duró tanto como la propia publicación.

Entramos a Palante y Palante juntos. Con la diferencia de que yo pertenecía a la nómina del semanario y él lo hacía de nuevo “por amor al arte”. Durante más de 25 años colaboró gratuitamente con enjundiosos trabajos deportivos, críticas y crónicas costumbristas. Pero si algo dejó como un legado fue su impronta reflejada durante años en la página de entretenimientos. Soy testigo de primera mano en que jamás incumplió el cronograma de la publicación, ni percibió un centavo por ello.

En mi modesta opinión sentó pautas pues quiso distanciarse de los manidos Crucigramas tan buscados en el resto de las publicaciones. Se apoyó en otros atractivos más originales como: Charadas, adivinanzas, problemas matemáticos, y hasta trucos de magia, lo que provocó en cierta ocasión una reprimenda de algún que otro prestidigitador al verse desprestigiado.

Otra anécdota de su personalidad contada por él mismo:

“Nos habíamos mudado para uno de los apartamentos de la Habana del Este; yo trabajaba en un banco de la Habana Vieja, y diariamente iba a la hora del almuerzo a la casa. En una ocasión llamé por teléfono a Nena, mi esposa, para avisarle que saldría en ese momento para la casa. Tras colgar el auricular ella se dirige rápidamente a la cocina para preparar la comida, y antes de llegar recibe tremendo susto pues me le aparecí de repente. La había llamado desde la tienda en los bajos del edificio”.

Su jubilación primero, y la mía años después, separaron el vínculo profesional, pero no el personal pues era visita frecuente a su nuevo hogar en la calle 19 del Vedado, donde lo visitaba asiduamente.

Increíblemente jamás pude plasmar la imagen de Alberto Yáñez en una caricatura personal con la cual quedara satisfecho; sin embargo Alberto Enrique Rodríguez (Alben), quien por lo general ilustraba la sección de Évora TamayoCon Permiso de…”, plasmó este genial retrato del tocayo, como apoyatura a su autobiografía breve titulada “Frente al Espejo” y que se reprodujera en el libro “25 años de humor en Palante” de 1986.

De Nena, su esposa, de Albertico y Mirtica sus hijos, y de su perra Penélope les informaremos en la próxima edición, pues constituyen en su conjunto una familia para recordar.

Colocamos pues el balón de la incógnita en el centro del terreno, para que sean sus propios herederos-protagónicos, quienes hagan el saque en este nuevo partido, que promete ser mucho más interesante que el que acaba de concluir.

Por ello tampoco cobraremos nada: En honor a Yáñez también será, por amor al arte. …Como en los cómics… (Continuará).

21 ene 2011

GITANERÍAS.

Tras las felicitaciones por la celebración de las fiestas de Fin de Año, y rebasar la barrera de la tercera edad, para este bebito 2011 que acaba de nacer, he prometido corregir mis pecados, --que es tanto como decir--, mis errores. Uno de ellos es la supina ignorancia alimentada a diario por la lectura de quienes sabían más que yo, como el viejo Sócrates. De ahí que el primer tema sea el de los gitanos, el cual presento a ustedes, con el ruego de que todas las lagunas que hallen por el camino, me sean rellenadas con el chapapote de la sabiduría colectiva, que es la viable.

Entre las noticias que ocuparon cintillos de los diarios durante los últimos meses del pasado año,--muy pocas agradables—me sorprendió una por lo inusitada. Decía más o menos como sigue:

“Persecución y deportación masiva de gitanos a sus países de origen por el gobierno francés”.

¿Pertenece o no el país galo a la UE --Comunidad de naciones con moneda única, que permite el libre movimiento de sus ciudadanos entre ellas, respetando idiomas, credos, costumbres y símbolos patrios en igualdad de condiciones?

Ante las dudas, acudo a mi viejo diccionario de origen francés “Pequeño Larousse Ilustrado” editado por B.A.B.E.L. de Buenos Aires, hace aproximadamente unos 60 años, y choco allí con la siguiente definición:

“GITANOS: Raza de vagabundos que parecen proceder del norte de Italia y se han esparcido por toda Europa…”

Calificativo un tanto peyorativo muy acorde a los lineamientos de la actual política del gobierno galo con tufo a nacional-socialismo europeo de aquella época. Recordemos que durante la Segunda Guerra Mundial, las comunidades gitanas del protectorado nazi recibieron igual tratamiento que las hebreas, y el exterminio lo compartieron por igual, bajo el odio a sus dos símbolos aquí representados:

“La Estrella de Judea, y el Triángulo Marrón gitano invertido, y cosido a su ropa con que millones desfilaron hacia los crematorios del holocausto.”

Parece que la persecución étnica de unos y otros se pierde en las tinieblas de la historia. El pueblo de Judea por lo menos pudo contar la suya en el Antiguo y el Nuevo Testamento, pero los gitanos no tienen siquiera Biblia que los bendiga. Dicen, y no son mentiras mías, que aquellos primitivos parias de tez oscura fueron rechazados de la antigua India por impuros o intocables. Así era de exclusivista el Brahmanismo hindú.

Aunque entonces no explotaban bombas inteligentes ni los atacaran aviones sin piloto, el pueblo gitano tuvo que pasar lo suyo al atravesar todo el Medio Oriente en un éxodo tan penoso como el de sus iguales hebreos, con el inconveniente de que no se les abrieran las aguas del Mar Rojo. No sabemos tampoco si sufrieron las siete plagas de Egipto, pero de que estuvieron allí no hay duda alguna porque:

“Cuando llegaron aquellos indocumentados a Europa, fueron identificados por una pigmentación un poco más oscura que lo permisible para la época. En Grecia se les calificó de “negros como los etíopes”, --por tanto egipcianos, gypsies o gitanos—“.

Con ese nombrete a cuestas llegaron a España, donde un rey benévolo y unas leyes tolerantes les permitieron no ser molestados durante algún tiempo, sobre todo al sur, en las calientes tierras andaluzas. Pero la dicha dura poco en tiendas de campaña, y aquellos peregrinos famosos por su vida nómada siempre a caballo o en carromatos, viviendo de oficios artesanales, y capaces de adivinarle el futuro a cualquiera, no pudieron vislumbrar el suyo propio, y tras implantar una especial sabiduría al son de la jota y el fandango, tuvieron que irse con la música a otra parte.

De ahí que se esparcieran por Europa, esa cultura echó raíces en Flandes (el norte franco-belga), y se extendió como la verdolaga a todo el continente. Es en su parte más oriental y eslava donde se ha mantenido por más tiempo, Bulgaria, Hungría, Eslovaquia, etc., pero a cada país le tocó su cuota, por eso no me extrañase la intolerancia aria de los nazis, o la intolerancia actual en la Europa moderna.

En cuanto a Francia, el estatuto jurídico de los gitanos data del 3 de junio de 1960:

“Por ley se crea una libreta especial de circulación para quienes ejercen regularmente una actividad profesional, y un carnet de circulación para quienes –franceses o extranjeros--, no ejerzan regularmente una actividad comercial, artesanal, o industrial, y no pueda justificar unos recursos normales. Este documento requiere un visado mensual”.

Tal vez esta regulación explique un tanto, las irregularidades en la actual situación migratoria de los gitanos en el área euro.

Esperamos pues que en este 2011 no haya que acudir a cartomántico, oráculo, horóscopo, acertijo, adivinanza, o pitonisa, que les eche las cartas, o les lea la buenaventura a los gitanos en sus propias narices, y que les permitan ejercer el multioficio donde mejor les convenga, que lo hagan dentro de lo permisible por la ley, y que juntos podamos –como se estila en Cuba--, pedir una bullita flamenca ¡oleeeeeeeeeé!

Hasta aquí mi descarga.

¿Es compleja o no esa indescifrable mezcolanza étnico-cultural de pitonisas, caldereros, nómadas, gitanos, flamencos, ciudadanos del mundo, afro-descendientes, mulatos, mestizos, en fin, la suma de todos los emigrantes que en el mundo han sido?

Al calor de este trabajo, hemos podido aclarar algunos aspectos:

A) El holocausto ejecutado por los nazis, aunque mayoritariamente judío, --seis millones--, cayeron también 800,000 gitanos, --considerados impuros--, junto con homosexuales, enfermos, discapacitados, dementes, etc.

B) El 3 de agosto de 1944 –conocido como el zigeunernach, todos los gitanos que quedaban en el campo de concentración de Auchslizt, en Polonia, fueron llevados a las cámaras de gas.

C) Otra clasificación nazifascista regulaba que la mezcla de alemanes arios y otras etnias, fueran atendidos según el grado de parentesco, de ahí que fuesen considerados de primero o segundo grado de consanguinidad. Reinhardt Heydrich el dirigente de las SS conocido como “El Carnicero de Praga” era un mischlinge en segundo grado, dossier que fue celosamente ocultado por sus superiores nazis.

Acepto sugerencias: Suena el silbato y el balón está en el centro el terreno. Corresponde a ustedes el saque inicial para anotarse el primer gol contra mi ignorancia.