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27 nov 2012

LA PRIMERA GUÍA TURÍSTICA DE CUBA


Si yo les dijera que la primera guía turística de Cuba tiene más de medio milenio, no me lo creerían, pero es totalmente cierto: Si nos atenemos a lo escrito por el Gran Almirante de la Mar Océano en su Diario de Navegación correspondiente al 27 de noviembre de 1492 y el 1º. de noviembre del propio año.
Y es que la región más oriental de la isla es digna de esos elogios. El 99% de sus tierras son montañosas,  cubierta de una vegetación exuberante. Allí corren sus aguas  en lujuriosas vertientes marinas, y fluviales; otras subterráneas  que afluyen en manantiales  por entre  los tupidos bosques; destacándose el caso de los ríos Yumurí,  Duaba,  Jauco,  Miel y el caudaloso Toa; así como esas tupidas cumbres, donde se eleva majestuosa  la gran roca inmolatoria Majayate, la playa secreta Maguana, o el célebre Yunque—montaña sagrada de los taínos—descrita asï por  Colón: “…Una tierra alta y cuadrada que parece isla”, y a sus espaldas el macizo montañoso de los picos  Sagua-Baracoa.

Al referirse al lugar del desembarco, el Adelantado lo bautizó como  Porto Santo de Baracoa pues le recordaba la isla portuguesa del mismo nombre, donde contrajo matrimonio con Felipa Muñiz y naciera su hijo Diego, así como Baracoa, que correspondía al nombre autóctono que le daban los nativos o “lugar de las aguas”.
“Porto Santo”, así se le puso recientemente al más moderno hotel construido por la Revolución para el turismo nacional y extranjero que se unió a los otros dos existentes desde hacía tiempo: “El Castillo”  gracias a la remodelación de una fortaleza  colonial  levantada contra la piratería entre 1739 y 1742, la cual  domina toda la ciudad y la costa., o el “Miramar”  más conocido como “el hotel de la rusa”,
Se le llamó así por tratarse de Magdalena Menases, hija de un asesor  del zar Nicolás II.  Al ser fusilado éste por los bolcheviques--durante los 10 Días que conmovieron al mundo--ella escapó de Rusia y luego de vagar por varios países de Asia y Europa, carenó en Baracoa, donde decidió echar raíces y para ello construyó y regenteó hasta el fin de sus días ese coquetón hotelito con vista al mar.
En esta mujer se inspirró Carpentier para delinear a Vera, el protagonista principal de “La consagración de la primavera”, el personaje femenino que huye de una revolución y es alcanzada después por otra.
Pero no fue el único aspecto digno de los elogios carpentereanos. En más de una ocasión se refirió a su singular magia-. Y cito: “Baracoa, esa Liliput con frangollos, chorotes de cacao y tasajo de tiburón” al aludir a platos oriundos y casi exclusivos de la región.
Como han podido apreciar en este corto viaje contra el olvido, no sólo Cristóbal Colón escribió la primera guía turística de Cuba glorificando sus bellezas, como lo fuera Carpentier en su momento por “Lo real maravilloso” que descubriera en  Baracoa, sino que todo viajero que posa sus pies en la región queda también prendado para siempre de ella.
No sólo al ser la primera villa fundada en 1511 por Don Diego Velázquez y durante sus siguientes cuatro años la capital del país; sino en una región que debido a las características topográficas, también resulta curiosa  por su aislamiento del resto del país hasta 1965 con la construcción  del viaducto conocido como La Farola.
Cuando nos llegó la era moderna, ella mantuvo este singular retiro. Era el único lugar  donde se llegaba por mar en una lanchón que partía con personal y abastecimientos desde Santiago de Cuba o por aire en una nave  que aterrizaba en Moa, pues por tierra sólo se llegab a través de estrechas sendas montañosas más apropiadas para mulos que para personas. Por tanto en Baracoa primero llegó el avión que el automóvil.
Para terminar, otro dato interesante. El pasado año con motivo de cumplirse el medio milenio de existencia y como parte del proceso de revitalización de la Ciudad Primada, se acometieron distintas obras entre ellas devolver el esplendor a uno de sus más célebres atributos: Su escudo, realizado en 1838.
La difícil tarea le fue encomendada al Gabinete de Restauración de Pintura de Caballete “Juan Bautista Vernay” de la Oficina del Historiador en La Habana, y llevó dos meses la restauración del emblema gravemente afectado por la humedad y el paso del tiempo.
El escudo quedó como nuevo y pudo llegar a tiempo para los festejos pues regresó exactamente  una semana antes de la celebración el 15 de agosto del 2011, para presidir la ceremonia solemne en la Ciudad Primada.
Y eso también puede ser motivo de interés para visitantes curiosos y guías del turismo.

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