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5 dic 2012

EL CUARTO CRISTO


Del 7 al 17 de noviembre de 1991 se celebró la Primera Bienal Internacional de Historia en Quadriños de Río. El compañero Orestes Suárez y yo fuimos invitados como representantes de Cuba a ese encuentro. Lamentablemente llegamos el día nueve y perdimos la oportunidad de contactar con tres de los grandes: El estadunidense Will Eisner autor del “Spirit”, Moebius, maestro de la bande desinée francesa y Tardi, reconocido autor belga, quienes sólo asistieron a la inauguración por compromisos personales.
Aún así, podemos considerarnos privilegiados, porque no se realizó más ninguna de estas ferias hasta el presente y en los días restantes del evento pudimos contactar con lo que más valía y brillaba de la especialidad brasileña, entre ellos el gran artista del humorismo gráfico, la historieta y el diseño Ziraldo. Alves Pinto; además de las muestras y los coloquios internacionales que se programaron por la Editorial Ayuri.
Debo agregar que una de las más impactantes actividades fue la dedicada al veterano dibujante e historietista Cícero, a quien se homenajeaba con su exposición retrospectiva.
En la foto, con camiseta roja de mangas aparezco visitando su muestra en compañía del profesor y especialista en comunicación social de la Universidad de Sao Paulo, Waldomiro Santos Vergueiro.
Según el investigador, Cícero fue muy famoso entre la juventud de entonces por abordar e ilustrar temas considerados tabús en la década de los años treinta en Brasil, su obra era una especie de Comic-Kamasutra, que circulaba de forma semiclandestina; con la diferencia de que en Cuba sus autores, no firmaban los dibujos temerosos de ser excomulgados por la sociedad burguesa de aquella época y sus libritos  se vendían exclusivamente en el vestíbulo del “Teatro Shanghái” (Sólo para hombres); por el contrario, allá los cariocas, 50 años después le rendían tributo al más famoso de los suyos.
Otra inolvidable experiencia fue el privilegio de visitar una de las joyas escultóricas monumentales más importantes del mundo: El Cristo Redentor, y símbolo de la ciudad de Río de Janeiro.
En las ilustraciones adjuntos hemos querido mostrarlo mediante una fotografía aérea y el programa-invitación de la muestra: Una caricatura donde la multitud es sobrevolada por varios super héroes de papel. Sin embargo, no hay super ficción capaz de superar esta super monumental obra de arte que el pasado 12 de octubre cumplió 81 años.
Con unos 38 metros de altura, la escultura diseñada por el artista Carlos Oswald se levanta en el cerro de Corcovado a 600 metros sobre el nivel del mar y hace cinco años fue considerada una de las siete maravillas del mundo moderno.
Pero otras veneraciones similares se han levantado en Nuestra América. A saber El Cristo de la Concordia en Cochabamba, región central de Bolivia, considerado el segundo en majestuosidad. Pesa 2,200 toneladas con sus 40.44 metros de envergadura, contando la estatua y su pedestal y fue construido por el escultor César Terrazas Pardo, sobre el Cerro de San Pedro en 1989 y alcanza una altura de 305.44 metros.
En tercer lugar aparece el Cristo de Noas, situado en la ciudad mexicana de Torreón, en Coahuila, erigido por el artista Vladimir Alvarado con 231,80 metros de altura y 580 toneladas de peso.
Desconozco que existan otros monumentos similares en América o el resto del mundo, a no ser el Cristo de La Habana, el cual ocuparía el cuarto escaño en esta lista de acuerdo a sus dimensiones.
Más modesto que los anteriores como corresponde a un país pequeño, pero tal vez deba destacarlo por características muy especiales: En primer lugar no está representado con los brazos abiertos. En segundo, fue realizado por las manos de una mujer, la escultora Jilma Madera conocida aquí como la escultora de las alturas; quien se graduó con el mejor expediente de la Academia Cubana de Arte San Alejandro en 1935 y posteriormente en The Art Student League de Nueva York.
Nuestro Cristo fue emplazado en 1958 escogiendo para ello una colina a la izquierda de la entrada de la bahía de La Habana, no tan elevada como las anteriores y se utilizó mármol blanco de Carrara para esculpir las 67 piezas que conforman su cuerpo. En cuanto a las dimensiones del monumento alcanza 20 metros de altura y 320 toneladas de peso.
Si destacado es este cuarto lugar alcanzado, mucho más lo es su historia, ya que fue inaugurado el 25 de diciembre de 1958 apenas una semana antes de que el dictador Fulgencio Batista, presionado por el avance de las fuerzas guerrilleras huyera de nuestro país. El intento de limpiar su imagen con la simbólica ceremonia le llegó tarde al tirano.
Sin embargo, su autora Jilma Madera sumó un lauro más a su bien ganada trayectoria artística pues fue también quien realizó la escultura del Héroe Nacional José Martí emplazada en el Pico Turquino precisamente para ser develada el 28 de enero de 1953 en conmemoración de su centenario. Las condiciones se tornaron difíciles en ese momento y la inauguración hubo de trasladarla para el 19 de mayo—fecha de su muerte en combate--.
Entre los veinte martianos que ascendieron ese día al Turquino, a petición de su padre, se unió una joven quien más tarde sería la primera mujer que vistiera el uniforme verde olivo para unirse al Ejército Rebelde, en la Sierra: Celia Sánchez Manduley.
Apenas dos meses después de la inauguración se produjo la clarinada insurreccional del 26 de Julio en el Cuartel Moncada por la Generación del Centenario con Fidel al frente.

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