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3 feb 2014

CUADRO A CUADRO BAJO LA LUPA (2) TARZÁN

Lo prometido es deuda: Tras la autopsia que hiciéramos en el mes de octubre a Mickey Mouse cuando arribó a sus 85 años de edad, abordaremos ahora a otro famoso personaje de aventuras Made in USA que se convirtió en un clásico del comic.

Por lo general cada uno de estos héroes de papel llevaba la firma del dibujante-creador en un lugar visible. En este caso no sucedió así; mi ingenua mentalidad infantil, allá por los años cuarenta del pasado siglo, se impresionó con la rimbombante firma Edgar Rice Burrough, sin saber que se trataba del guionista y no del dibujante. El hombre-mono tuvo decenas de artistas del pincel a través de su historia, pero Burrough era uno solo y por cierto, bastante conspicuo.

Nacido en cuna dorada en Chicago, el 1º. de septiembre de 1875, de pequeño fue un bitonguito de la ciudad que en vez de saltar de rama en rama--como más tarde su héroe lo hiciera cargando a Juana o a Chita--, en aquellos tiempos él lo hacia brincando aristocráticamente de escuela particular en escuela privada del Medio Oeste.

Hace exactamente 120 años quedó huérfano de--padre y de herencia--debido a una bancarrota patrimonial. El joven de diecinueve años no se rindió a su suerte y saltó de guardabarreras ferroviario a cuidador de caballos, viajante de comercio, taquígrafo y sabe Dios cuantos otros trabajos, pero con tan poca eficacia que--en cada caso--pronto se caía de la mata.

Su poca pericia en los oficios no se comparaba con la habilidad para inventar historias y contarlas a sus íntimos hasta que, un buen día, uno de aquellos fans le sugirió que los enviara a alguna revista especializada.

El joven cuentero siguió su consejo y en 1912 le publicaron su primer trabajo, nada menos que de ciencia-ficción, con el título de “Bajo la Luna de Marte”. Parece que el tema de los alens no tenía por entonces la pegada de ahora, y tuvo que bajarse de esa Luna para otro escenario--también de ficción--pero no tan extraterrestre.

Meses después, la misma publicación ALL STORIES le compró los derechos de “Tarzán de los monos” y tuvo con él la aceptación negada a su anterior propuesta.

Varias publicaciones lo reprodujeron y a partir de ese primer grito ¡TARMANGANIIII! del ficticio hombre-mono y sus voceadores surgieron uno tras otro los éxitos editoriales del Hombre-mono.

Debo aclarar que por entonces, el continente negro era una fantasía para la mayoría de los estadounidenses y el propio Burrough no era la excepción. Pero antecedentes similares eran comunes también en otras latitudes.

El escritor checo Jaroslav Hašek,--autor del famoso “Buen Soldado Sveik en la Guerra Mundial”--durante años escribió, escudándose en seudónimos para la prensa de Praga, y muchas de sus monografías se referían a extraños animales de la selva africana que sólo existían en su imaginación.

El hombre-mono de Burrough, los animales salvajes de su entorno y las tribus--caníbales o no--eran también puro cuento. Todo lo que se sabía por entonces en el mundo sobre el África subsahariana, se debía al libro del explorador Stanley “En el África más sombría” y la documentación gráfica era casi inexistente.

Por tanto, al pasar del libro de aventuras al comic resultaba muy edificante la representación grafica dada a los animales de la selva y su entorno. Los mejores dibujantes eran contratados para ilustrar la versión de “Tarzán” en las ediciones dominicales de la prensa yanqui.

Casi un centenar de novelas en 26 volúmenes se publicaron de la saga escrita por Burrough y sus fabulosas ganancias las invirtió en bienes raíces. Con el tiempo dichos terrenos alcanzaron precios fabulosos. Y soñador al fin, invirtió todos esos beneficios en construir una ciudad que bautizó Tanzania en honor a su héroe de papel. Allí vivió algún tiempo hasta que aburrido, se mudó a Encino en California.

Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de sus 66 años de edad, se alistó como Corresponsal de Guerra en la Marina, pero en vez de ser enviado a su ya familiar continente africano, fue asignado al Pacífico. Al morir el 19 de marzo de 1950 sus cenizas fueron depositadas en Tanzania y la palabra Tarzán quedó reconocida en el diccionario Webster como hombre salvaje.

Pero, todo héroe de aventuras sobrevive a su autor y el hombre-mono sigue saltando de las revistas al cine, del dibujo animado al muñeco de plástico o al video-juego en este siglo XXI cuando aún las nuevas generaciones disfrutan las aventuras de Tarzán, Juana y hasta la mona Chita en diversos formatos y hasta en 3-D.

Tanto en Cuba, como en otras latitudes donde penetró el personaje, se han comercializado versiones locales para niños y jóvenes, como fue aquí la colección de postalitas en colores dibujada por el artista Lucio Fuentes hace unos setenta años. Fue un fenómeno de masas en la niñez de la época aquella versión libre tomada de la taquillera película interpretada por Johnny Weissmuler “El tesoro de Tarzán”

Más acá en el tiempo hace exactamente 40 años me tocó ilustrar la sátira paródica que Juan Ángel Cardi escribiera sobre Tarzán para la portada del semanario PALANTE con fecha 27 de agosto de 1964. En dicha secuencia se cuestionaban los intentos de obstaculizar la lucha anticolonialista de los pueblos africanos por su independencia. Aquí mostramos una copia de dicha cubierta.


Más acá en el tiempo, en la década del 80 de pasado siglo, con el auge de las revistas especializadas COMICOS, PABLO y EL MUÑE, de la Editorial Pablo de la Torriente, surgieron muchos personajes autóctonos y de nuevo me vi ligado al legendario hombre-mono de Edgar Rice Burrough, pues se me ocurrió una parodia donde el protagonista no se llamaría “Tarzán” sino “Kimbambú” partiendo del accidente geográfico que se describe como el territorio más inhóspito e intricado del África Subsahariana--conocido como las Quimbambas--por tanto nuestro supuesto anti-héroe se llamaría Kimbambú, y el diseño del título también debía sugerir la tipografía del Tarzán original.

Para los que no tuvieron la oportunidad de conocer a ese personajillo que siempre salía ridiculizado en su enfrentamiento al medio, los animales salvajes y los belicosos nativos, aquí les dejo con la copia del primer número de la revista COMICOS en diciembre de 1985, Vean que no era una, sino dos las versiones paródicas utilizadas:

La portada, donde aparece el popularísimo “Supertiñosa” del maestro Virgilio Martínez y en la contraportada debuta la parodia del “Tarzán” de Edgar Rice Burrough que bautizamos “Kimbambú”. Vista hace fe.



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