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2 abr 2014

STEVENSON: EL CABALLERO DEL RING

 El tope de boxeo entre las escuadras de Cuba y Estados Unidos, programado por la SBW (Serie Mundial de Boxeo 2014) para la ciudad de Miami este 29 de marzo, ha sido aplazado a petición de sus organizadores. Lamentable cambio—en mi humilde opinión—porque me recuerda otra fecha memorable en el deporte de los puños para Cuba. Un día antes (28-4-1952) muy cerca del central Delicias, en Puerto Padre, nacía quien nos llenó de alegría, gloria y orgullo en todo el mundo, Teófilo Stevenson Lawrence, cariñosamente apodado Pirolo en su terruño natal.
A los 19 años ya Pirolo obtenía medalla de plata en el Torneo Playa Girón y a partir de ahí tejió una cadena de victorias que lo llevó al estrellato de la mano de dos destacados entrenadores, el cubano Alcides Sagarra y el ucraniano Andrei Chernovenko.
No pretendemos hacer un recuento minucioso de su larga y fructífera trayectoria en este limitadísimo cuadrilátero bloguero y electrónico; sólo señalaremos algunas de sus hazañas más sonadas como la triple corona olímpica (Munich 72, Montreal 76, y Moscú 80) o la triple corona mundial (Habana 72, Belgrado 78, y Reno 86) unos 15 años consecutivos de primacía en los pesos pesados a nivel planetario.
Por aquella época-–alrededor de los Juegos Centroamericanos de La Habana-- el colega Juan Manuel Betancourt (BETAN) y el que les cuenta, inspirados en su hazaña, decidimos plasmar un breve recuento histórico en un cuaderno --más conocido por comics--de unas 32 páginas en colores, donde abordaríamos sólo su primera etapa boxística con la presencia de Chernovenko en Cuba.
A continuación ofrecemos una copia de dicha página como constancia de lo expresado. Por casualidad o por suerte, en ella aparece también la imagen de quien fuera un coloso de la narración deportiva en nuestro país, con sus inolvidables descripciones llenas de imaginación y humorismo. Vaya también un merecido recuerdo al inolvidable Bobby Salamanca.
Dedicamos casi un año de nuestro tiempo libre, sin abandonar los compromisos periodísticos, para volcarlos en el proyecto. Cuando lo terminamos, las condiciones editoriales ya no eran las idóneas; el libro quedó engavetado y paulatinamente víctima del envejecimiento, pues fue realizado en soportes no permanentes como casi toda la producción impresa cubana de la época, a pesar de ello, mantuve los originales conservados durante mucho tiempo lo mejor que pude.
Al ocurrir el prematuro fallecimiento de Betán, el 12 de septiembre del 2007, perdí todas las esperanzas de mantener dicho material en buen estado. Decidí entonces renunciar al derecho de autor y donar dichas planchas—en blanco y negro más la tricromía-- al Museo del Deporte sito frente a la Terminal de Ómnibus en la Avenida Rancho Boyeros.
Mucha agua del Almendares ha pasado desde entonces por debajo del puente y no sé si la corriente o el destino hayan dispuesto de aquellas planchas realizadas con tanto amor y es lógico que lo lamentemos, pero peor, que no hayamos podido llegar al corazón de las nuevas generaciones quienes no conocieron en vida a Pirolo. Como constancia de ello les ofrezco a ustedes, mis queridos lectores, la única copia que pude conservar hasta nuestros días, la cual está también como es lógico suponer, en terapia intensiva.
Pero, dejémonos de papeleo y volvamos al inmenso Stevenson. Fue grande no sólo por su tamaño, su somatotipo de largas extremidades y su demoledora pegada, sino por su temperamento humano, modestia, entrega y firmeza.
He aquí algunos botones de prueba:
Pasados sus mejores años, en medio de su convalecencia por un padecimiento cardiaco, al ser entrevistado en su hogar expresó en toda su grandeza esta bella metáfora:
”…En la vida, como en el boxeo, los campeones no se retiran, no se rinden, y nunca jamás abandonan una pelea…”
Sobre su personalidad, en cierta ocasión al referirse a su”ahijado” Alcides Sagarra—quien mejor lo conocía en el ring-- dijo que aunque Stevenson era el boxeador más perfectamente balanceado del mundo y con una pegada descomunal, a veces sobrellevaba demasiado a los rivales en desventaja, lo que demostraba su gran humanidad.
En cuanto a la cubanísima postura revolucionaria de Stevenson, es más que conocida su respuesta a las humillantes proposiciones de magnates y especuladores, cuando en frase histórica les respondió: “Prefiero el cariño de ocho millones de cubanos y no cambiaría mi pedazo de Cuba por todo el dinero que me fueran a ofrecer… Hoy serían unos cuantos millones más, según el último censo de población y vivienda.
Recuerdo cuando en los Juegos Olímpicos de Múnich (1972), al enfrentarse en pelea revancha por el título a Duane Bobbick, lo fulminó con varios derechazos en un final de película para echar por tierra aquella famosa “Esperanza blanca” sobredimensionada por la propaganda yanqui.
Sin embargo no ocurrió lo mismo con otro gran campeón de boxeo, tan afroamericano que cambió su típico nombre anglosajón de Casius Clay por el de Muhammed Alí.
Mucho se dijo y se publicó sobre la Pelea del Siglo entre ellos. Al final, jamás se celebró, pero  sería bueno rememorar el criterio de Stevenson al respecto. Según la estrategia de la parte cubana para dicho encuentro, Stevenson sería infalible, pues Alí lo superaba en velocidad, pero no en resistencia, y hacia allí dirigieron su estrategia Sagarra y el equipo de entrenadores. Sin embargo, en cierta entrevista, Stevenson-–el Pirolo de siempre--había confesado a un periodista cubano:  “…Mira, Muhammed es mi hermano, por lo tanto la pelea, para mi, va a terminar irremediablemente beunce—tablas en español--… Con ello no solo Teófilo Stevenson Lawrence ponía punto final a la disputa, sino que reafirmaba sus lazos de afecto hacia el rival, con una sutil añoranza a sus ancestros angloparlantes del Caribe insular.
Por tanto murió joven y viril a los 60 años de edad, cuando subió al ring de la inmortalidad aquel 11 de junio del 2012. ¡Gloria eterna al inmenso Stevenson!

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