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25 feb 2015

LA LÍNEA PACIFISTA (16)

Continuamos la serie sobre la caricatura contemporánea analizando la compleja situación geopolítica en Europa a fines del siglo XIX y comienzos del XX, por los efectos de la Revolución Industrial y el desarrollo de las fuerzas productivas fundamentalmente en el Reino Unido; los cambios en la Revolución Francesa tras la Comuna de París y la Tercera República; así como el auge del Imperio zarista en Rusia; por lo cual se deciden a formar la Triple Entente para crear un muro de contención al expansionismo militar teutón conocido como Pangermanismo. Todas estas situaciones fueron abordadas por los caricaturistas de la época y relacionadas en capítulos anteriores.
Hemos visto cómo se emprendían campañas xenófobas, con marcado acento anti-semita, además del anti-militarismo o el anti-pacifismo en uno u otro bando. El mejor ejemplo es el llamado affaire Dreyfus surgido en Francia--capitán judío de ideas republicanas--acusado de vender secretos al enemigo y condenado a traición en 1894. En su defensa se alzaron distinguidos intelectuales como Emile Zola, quien con su alegato YO ACUSO le dio la vuelta al mundo. El caso fue blanco de no pocas caricaturas hasta que en 1906, se comprobara la culpabilidad del oficial monárquico Esterhasy, revocándose la sentencia original contra Dreyfus.
Por otro lado, las hazañas bélicas de Bismarck--el Canciller de Hierro--lograron sumarse los territorios franceses de Alsacia y Lorena, y vencer a los austriacos en la Guerra de las Siete Semanas, obligándolos a unirse con  el reino de Hungría formando a su vez la llamada Monarquía Dual (Austrohúngara) convertida ahora en su dócil aliada y como valladar ante las aspiraciones zaristas hacia esa amalgama de pueblos balcánicos formada por serbios, montenegrinos, griegos, rumanos, magiares, croatas, eslavos y turcos, etc.
Todos estos intereses basados en el nacionalismo, el imperialismo y el militarismo, forman el caldo de cultivo europeo como prólogo al conflicto de 1914. Sólo faltaba la excusa y surgió entonces el atentado al Archiduque Francisco Fernando, príncipe heredero a la corona austro-húngara y su esposa, asesinados en Sarajevo capital de Bosnia. Como hemos visto la ambición de las grandes potencias afectaban a países más pequeños que se iban a ver también envueltos en el conflicto.
En varias ocasiones visité uno de ellos, la antigua República Socialista de Chevoslovaquia antes de que el país se dividiera en dos: República Checa y Eslovaquia, momentos en que pude recorrer interesantes lugares de su capital Praga, donde se bebía la mejor cerveza del mundo: Si negra en la taberna “U-Flecu”, o ligera en la “U-Kalikja”. Y precisamente en los altos de ésta última vivió el gran escritor checo Jaroslav Hasek, así como su “hijo putativo” Sveik, el protagonista principal de “Las Aventuras del Buen Soldado Sveik en la Guerra Mundial”, uno de los documentos más representativos de la literatura checa en la primera mitad del siglo XX.
 Otra gran ayuda fue la colaboración de su amigo, el caricaturista, Josef Lada, --invidente de un ojo igual que yo--quien ilustró las viñetas humorísticas con que cuenta el libro.
La última de mis visitas fueron unas vacaciones colectivas en noviembre de 1990, que coincidieron con la celebración de mis 60 años y que  ampliamente relaté en el trabajo titulado “Vacaciones bajo cero” .
Me explico: Los tres autores más importantes del país fueron sin dudas Frank Kafka, Karel Cápek y Jaroslav Hasek, con la particularidad de que los dos primeros lo hacían en alemán, mientras el tercero fue quien le dio brillo al idioma checo; pero sobre todo porque ésa, su novela satírico-pacifista, fue una de las más importantes sobre aquella contienda de 1914. Tuvo además la característica de distribuirse en folletines y ser profusamente ilustrada por su amigo, el caricaturista Joseph Lada.
Los datos me fueron facilitados por el doctor Radko Piklik,--historiador y biógrafo de Hasek-- en una visita anterior que hice a la patria de Smetana, esto me permitió publicar en la Revista BOHEMIA. Año 72. No. 35 (29 de agosto de 1980), bajo el título de “El Buen Soldado Sveik” un trabajo bastante abarcador alrededor del autor y su obra, la cual fue editada íntegramente a todo lujo ese mismo año en Cuba por la Editorial Arte y Literatura.
Consecuente con el resto de su obra satírico-literaria, cercana a los cien seudónimos en artículos y crónicas de prensa, su obra--el soldado Sveik--le costó a Jaroslav Hasek incomprensiones editoriales y hasta marginación en el clima ultraconservador europeo de entonces, por lo que se vio obligado a emigrar al pueblito de Lipnice, a medio camino entre Praga y Brno, donde también en otra cervecera--“La Taberna Azul”—fue armando el “muñeco” capítulo a capítulo, y gracias a que se distribuyó por entregas, el autor pudo subsistir.
En cuanto a las ilustraciones, la obra cuenta con más de 500 viñetas, algunas de las cuales acompañan este trabajo. Las aventuras de Sveik quedaron inconclusas debido a la prematura muerte del escritor.
Precisamente la originalidad de la cervecería praguense “U´Kalikja” a la que nos referíamos con anterioridad, radicaba en que sus paredes estaban adornadas con murales de ese gracioso y pícaro soldado inventado por la yunta Hasek-Lada y realizado manualmente por este último
¿Se conservará todavía?

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