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29 jun 2017

SOCHI: 52 AÑOSDESPUÉS (2 PARTE)



Me parece que de continuar con esta historia, debo ofrecerla precisamente, tal y como se presentó originalmente en el semanario PALANTE de fecha tal. He aquí su presentación:

Apenas perder de vista al Morro--la cartulina iba por un lado mientras mi lápiz cogía otro rumbo. Para suerte mía, el barco no perdía el suyo--tenía una pequeña cabina radiofónica--y yo me había graduado en Radio-Mareo…
Si esto ocurría conmigo, que diré del resto… Jóvenes brigadistas, alfabetizadores imberbes, bisoños maestros voluntarios, héroes del trabajo, macheteros millonarios, campeones del deporte, y hasta combatientes de Playa Girón y la lucha contra bandidos, algunos de ellos de zonas tan intrincadas que jamás habían puesto un pie en las arenas de nuestras playas.
Como es lógico, lo peor transcurrió durante los primeros doce días atravesando el Atlántico, solo acompañados a tramos por bandadas de peces voladores, hasta que desde la popa los cocineros les lanzaban el ansiado cardumen. Después uno se va acostumbrando al meneíto.
Había fiesta a bordo cuando a lo lejos, sobre la línea del horizonte, se divisaba otra señal de vida por el humito de algún que otro barco, tan solitario como el nuestro.
Cuando el “Gruzia” penetró la espesa niebla que cubría el Estrecho de Gibraltar, la melancolía de no avistar señal lumínica en ambas costas solo fue consolada por las notas musicales del maestro Cotán que acompañó muestro gorrión un largo trecho hasta el amanecer.

El monótono paisaje que desde el famoso Peñón nos acompañó por todo el Mediterráneo solo varió al acercarnos a otro estrecho--el de los Dardanelos-- que atravesamos en una soleada mañana turca con la bella Estambul a ambos lados.
El buque hizo escala en Bulgaria, lo que nos permitió caminar por las calles de su capital Sofia y la soleada Varna, recordándonos nuestras playas con las arenas de oro del litoral balcánico bajo un sol fuerte, pero incapaz de calentar las azules aguas del Mar Negro.
Días después continuamos viaje por él hasta la parte rusa y así visitar la ciudad balneario de Sochi, recuerdo también los cantos y bailes típicos en Sujumi mientras degustábamos un típico almuerzo campestre, hasta desembarcar en la histórica Odessa, donde imaginamos ver una vez más el descenso dramático de aquel cochecito por su mítica escalera bajo las balas zaristas del “Acorazado Potiemkin”.
Debo confesar que tanto a bordo como en tierras amigas, gracias a contar con la colaboración de los enviados especiales de la prensa seria cubana como corresponsales de a bordo pude acometer jocosamente la tarea de mantener actualizada la delegación cubana tanto en tierra como a bordo a través de Radio Mareo. 
 Vaya pues mi reconocimiento a Susana Lee, Reinaldo Peñalver, Juan Carlos Santos, el portorriqueño Lamadrid y Mirtha Rodríguez Calderón y hasta el joven cineasta Manuel Pérez, recién galardonado por su mítico “Hombre de Maisinicú” entre otros colegas que se me pierden en las turbulentas aguas del almanaque.
Fue una aventura veraniega entre el Verde Caimán y el Mar Negro, llena de emociones marinas imposibles de describir en detalle, y muchos de sus participantes recordarán, por ejemplo la guitarra insomne de Cotán en noches de plenilunio, el entusiasmo del “Héroe de Playa Girón” Fausto Díaz, al volante de su inquieta silla de ruedas, o un (Caballo de Mayaguara) inmenso en su resistencia a los fuertes platos de la comida rusa, y decenas de ejemplos que harían interminable este recuento.
Con sólo decirles que la inmediatez del noti-diario permitió sesiones de repentismo con jocosas décimas pasadas por agua, orientaciones del bisoño Eugenio Balari al frente de la Delegación. Además se difundieron con exactitud partes meteorológicos reportados por el propio capitán del navío para esquivar ciclones extraviados; divulgación de la cultura, historia, costumbres, e idiomas de los países a visitar, lo que nos evitó muchas penas en tierra firme; advertencias de todo tipo para combatir accidentes a bordo, sobre todo, porque un incendio siempre puede evitarse si se fuma en la popa y con aire a favor. También Radio Mareo se hizo eco de recordar fechas patria como el 26 de Julio, pero nunca abandonó su misión de romper con el tedio de tan largo viaje y reportar bromas y actividades tan consustanciales a nuestra juventud. Entre ellas, informar de asaltos nocturnos a las literas con el propósito de embetunar sueños profundos, o empolvar los ronquidos de ciertas pesadillas.
A tal punto llegó dicha emulación que en cierta ocasión fui víctima de una broma pesada:
A la hora de almuerzo en el comedor, alguien me pasó un aviso de que en cierto camarote me tenían información sobre el paradero de los nueve juegos de dominio acabados de secuestrar para crear cierto rechazo e indignación entre las parejas habituadas al popular juego de mesa.

Al acudir a la cita fui--sorprendido, secuestrado y amordazado--dentro de dicho camarote para evitar que en la transmisión de la tarde, denunciara a los autores que, para demostrar su poderío habían requisado dichos nueve juegos de mesa.
En realidad el verdadero objetivo no era que Radio-Mareo difundiera tal noticia, sino el secuestro del locutor y director de dicha emisora, y en su lugar informar igualmente por una nota deslizada bajo la puerta de la cabina radial, en qué camarote podían todos ir a comprobarlo.
Me pasé con ficha—claro--Pero al frente de una emisora con esas características, no podía perder la tabla; de ahí que todos y cada uno de los oyentes incluidos la tripulación soviética y el capitán de la nave, hicieron cola en el pasillo para fotografiarme amarrado a una silla y amordazado en el centro del camarote.
Como se trataba de una broma, más que un alarde de fuerza, mis seudo-captores decidieron dejarme en libertad después del desfie y junto a mi aparecieron también las fichas escamoteadas.
Por tanto: La acción pudo parodiarse como “En silencio tuvo que ser” pues se trataba más de una broma que un secuestro, peor ocurrió en la vida real y…
Tal vez alguien aun guarde mi foto amarrado y amordazado en dicho camarote para evitar que “Radio-Mareo” denunciara al autor o autores de tal fechoría.
Recuerdo esta anécdota de mi vida con cariño y sin complejo alguno, de ahí que la palabra Sochi me lo rememore.
Sea este mi personal felicitación a estos jóvenes de hoy, quienes esperan ansiosos por repetir tan solidaria y feliz conmemoración en este verano.

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